La naturaleza es asombrosa, de eso no cabe duda. A veces se
muestra espectacular, en forma de grandes cordilleras y bellos paisajes. Otras
veces sublime, como en el milagro de la vida, otras terrible, con grandes
cataclismos. Otras veces, sin embargo, se nos aparece de forma sutil y
extravagante, como en este caso.
A las afueras de un pequeño pueblecito Burgalés, un extraño de la naturaleza,
seguramente surgido de la casualidad, nos aguarda. Se trata de El Pino-Roble,
Árbol Siamés o el que ya es comúnmente conocido como el Pino Okupa.
Canicosa de la Sierra, es uno de esos pueblos donde el tiempo parece haberse detenido. Entre altas sierras y rodeado de pinos, hayas y rebollos, la industria maderera es, y ha sido, el principal recurso económico de esta localidad.
Si nos alejamos del pueblo unos dos kilómetros en dirección
sur, un robledal de rebollos (o melojos), domina el pueblo. Es aquí donde
encontramos, el singular árbol que nos ocupa.
¿O debería decir árboles? El Pino-Roble de Canicosa, es un
árbol único en el mundo, precisamente por esa particularidad; ser dos árboles
en uno.
De las entrañas del tronco de un roble, surge un pino alvar. Lo increíble es
que ambos organismos están vivos y llevan en simbiosis más de un siglo. El pino invasor alcanza 15 metros de altura con 130 años de
edad, mientras que el roble invadido tiene la ventolera de más de 250 años con
una altura de 12 metros y medio.
La cosa se torna más sorprendente aun, teniendo en cuenta que uno de los
árboles, el roble, es de hoja caduca, mientras que el pino es de hoja perenne.
Eso significa que mientras que el pino permanece impasible al cambio de
estación, el roble nos regala todo el proceso del cambio y renovación de sus
hojas
Imaginaos que maravilla, poder hacer un seguimiento y tomar
fotografías del árbol atendiendo a las épocas del año. La nieve en invierno (en
esta zona suele nevar), y los colores del otoño en mitad del robledal. Las
fotografías que aquí os muestro las tome a finales del otoño, como podéis ver,
el roble casi había perdido la totalidad de sus hojas.
No se sabe a ciencia cierta cómo pudo ocurrir este
maravilloso accidente natural. La explicación más plausible, pero no por ello
menos asombrosa, es que una ardilla introdujera los piñones en el interior del
roble, y las condiciones climáticas idóneas hicieran que estos germinaran
dentro. Personalmente me encanta esta explicación.
Es muy fácil llegar hasta
el “Pino Okupa”. Desde Canicosa, hay varios carteles que indican el comienzo de
una senda. En unos veinte minutos, y por un camino sencillo, llegareis enseguida a los pies del árbol singular. Se puede coger también un camino de tierra desde la carretera que te lleva prácticamente al enclave, pero no es apto para todos los vehículos.
Por supuesto,no tiene horarios de visita ni se cobra entrada.
Por supuesto,no tiene horarios de visita ni se cobra entrada.
Podéis ver las fotos originales AQUÍ.
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