El cielo de Salamanca, posiblemente, sea el secreto mejor guardado de esta histórica urbe. Y eso es decir
mucho si hablamos de esta ciudad.
Salamanca, patrimonio de la humanidad por la UNESCO desde 1988, atesora desde
grandes monumentos como; la catedral, o su archiconocida universidad, hasta
lugares legendarios o del imaginario literario como son; La cueva de Salamanca o
el jardín de Calixto Y Melibea.
Si esto no te convence, todavía podrías visitar la ciudad, por la tuna, el
jamón o sus interminables fines de semana estudiantiles. En resumen, es un lugar
que deberías visitar al menos una vez en la vida.
Vistas de Salamanca desde las torres de la clerecía |
Pero centrémonos en lo que nos ocupa. Cuando salgas por la impresionante puerta de la universidad, te encontraras en la plaza, conocida como Patio de las escuelas. La estatua de Fray Luis de León nos observa, y la monumentalidad de la ciudad te envolverá sin remedio.
Universidad de Salamanca |
Ese es precisamente el problema; todo es tan monumental, que
es posible que el pequeño acceso al patio de las escuelas menores se te pase
por alto. En el edificio de las escuelas menores, se impartían antiguamente los
estudios de Bachiller.
Adentrémonos por dicha puerta entonces, y admiremos el patio
plateresco que se abre ante nosotros. Hoy en día, patio y edificio, se utilizan como
dependencias de la universidad o para diversas exposiciones.
Claustro de las escuelas menores |
En una de las salas a las que se accede desde el patio,
encontraremos esa joya oculta, de la que quería hablaros: El Cielo de
Salamanca.
El Cielo de Salamanca |
El Cielo de Salamanca, originariamente, fue una gigantesca
pintura mural, ejecutado por el pintor hispano-flamenco Fernando Gallego. La pintura cubría
los techos abovedados de la biblioteca de la universidad de Salamanca. Lo que
vemos hoy en día es solo un tercio, ya que las otras dos partes se perdieron en
un incendio en el Siglo XVIII. Durante las reformas realizadas tras dicho
incendio, esta parte del mural que se salvo fue tapada por la nueva techumbre.
En unas obras de restauración de mediados del Siglo XX, las pinturas fueron
descubiertas y se decidió trasladarlas a su ubicación actual, para mejor
preservación.
La pintura está realizada sobre una bóveda de cuarto de
esfera, y parcialmente rodeada por una inscripción en latín de un salmo bíblico, atribuido
al rey David. Este reza; “Quoniam videbo celos tuos, opera digitorum tuorum;
lunan et estellas, que Tu fundasti” (Porque yo veré tus cielos obra de tus
dedos; Luna y estrellas, que Tú fundaste)
La pintura de Gallego representa algunas constelaciones
zodiacales como Leo, Virgo, Escorpio y Sagitario, y otras como la serpiente, o
Hércules, por citar algunas.
También incluye una representación del Sol, sobre un carro tirado por caballos, y
otra de Mercurio, en un carro tirado por águilas. En el borde inferior, cuatro
cabezas humanas, representan los cuatro vientos principales.
Se trata, sin duda, de una de las más impresionantes obras del
temprano renacimiento Español, reflejo de una sociedad cambiante y que empezaba
a apostar por temáticas mitológicas clásicas y no tanto por el dogma
eclesiástico.
La sala donde lo podéis ver, esta parcialmente a oscuras. Os
recomiendo que os sentéis en alguno de los bancos y que lo observéis
detenidamente, sin prisas, admirando los detalles. Os prometo, que por un
momento, os sentiréis arropados por este cielo ficticio, tanto como si de una
autentica noche estrellada se tratase
Podéis admirar esta increíble obra de arte de lunes a
sábados, de 10 a 14h y de 16 a 20h, de forma totalmente gratuita. Disfrutarlo, y
no guardéis el secreto.
Si queréis ver más imágenes, pinchar AQUÍ.
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